Cuando el exceso de información confunde y genera ansiedad, una comunicación clara y transparente pasa a ser clave para que las marcas construyan una relación de confianza con los consumidores.
Un bombardeo constante de información, muchas veces contradictoria, sobre salud, seguridad internacional y medio ambiente, ha aumentado la ansiedad y la desconfianza en los consumidores. Frente a la multiplicidad de fuentes de información, las personas ya no saben en quién confiar, por lo que exigen una comunicación transparente y auténtica por parte de las marcas, a modo de confirmación de que han tomado la decisión correcta al elegirlas para ellos y sus familias.
Esta es una de las conclusiones a las que arriba una investigación llevada a cabo por Givaudan y la consultora Kantar Future, con el objetivo de trazar un mapa de las tendencias que impactarán en el consumo de alimentos y bebidas en todo el mundo.
Esta situación internacional posee características particulares en Latinoamérica, donde los altos niveles de corrupción estatal han llevado a que el público deposite su confianza en el sector privado, poniendo mayor presión sobre las marcas y las empresas. Información clara, con un enfoque más humano y con referencias a modelos locales y personas reales son las claves para generar mayor credibilidad y confianza en las comunicaciones de las marcas.
Según la investigación, los consumidores actuales muchas veces no tienen ni la preparación ni la paciencia para procesar toda la información que circula sobre riesgos para la salud, ya sean reales o percibidos. En este contexto, el etiquetado de los productos ha pasado a tener especial relevancia. “Si no cuentan con la información que están buscando, los consumidores se paralizan y desconfían del productor”, explica Hanni Rutzler, especialista en nutrición y psicología de la salud.
A futuro, las tecnologías probablemente se desarrollarán para ayudar a cuantificar y comprender cuáles factores implican riesgos reales y cuáles no, como sensores en smartphones y asistentes digitales. Los consumidores valorarán muy positivamente a las marcas que los acompañen para enfrentar estos desafíos y clarificar la maraña de información circundante, especialmente en relación a las cambiantes regulaciones gubernamentales.
En cuanto a los alimentos, han surgido corrientes que invitan a purificar el organismo a través de la comida que se consume, poniendo el foco en ingredientes frescos, mínimamente procesados. Se buscan productos locales, orgánicos y producidos en forma sustentable. Aparecen listas negras de ingredientes que se deben evitar a toda costa y otros componentes cuyo consumo se debe reducir, como el azúcar, el sodio y el contenido calórico.
En general, los consumidores están preocupados por el exceso de agregados químicos y la presencia de tóxicos. De hecho, en un estudio realizado por Kantar Futures en 2016, el 71% de los consumidores entrevistados en todo el mundo dijo sentir que estaban “expuestos en alguna medida” o “muy probablemente expuestos” a toxinas y productos contaminados. También ha crecido el interés por entender el nivel de pureza y el origen de los productos y se manifiestan tensiones entre el interés por consumir comida orgánica y los altos precios que ésta tiene en el mercado.
Este mismo estudio reflejó que los consumidores, las ONG y el sector público están dando mayor lugar a la sustentabilidad en sus agendas. A modo de ejemplo, el 62% de los entrevistados dijo haber dejado de comprar de marcas que sentían que habían dañado el medio ambiente en los últimos años como una manera tener mayor conciencia ecológica en su vida cotidiana.